Cuando Vincent van Gogh, el pintor neerlandés, tenía 35 años, se autolesionó al amputar la parte inferior de su oreja izquierda usando una navaja. Posteriormente, cubrió su herida con vendajes, envolvió la oreja en papel y la llevó a un burdel en Arles, Francia, donde había estado compartiendo su vida y trabajo con el artista Paul Gauguin . Van Gogh entregó la oreja a una mujer y le pidió que «conservara este objeto con cuidado».
Esa misma noche, lo encontraron desmayado y fue llevado a un hospital cercano. Aunque su oreja amputada también fue traída al hospital, el médico que atendió a Van Gogh decidió que había pasado demasiado tiempo para intentar reimplantarla. El pintor retrató su rostro mutilado en dos obras distintas: Autorretrato con la oreja vendada y Autorretrato con la oreja vendada y pipa.
El acto de automutilación de Vincent van Gogh, quizás el relato más conocido en la historia del arte, ha influido en gran medida en su renombre después de su muerte. Aunque nunca hayas visto una de sus pinturas, probablemente has oído hablar del incidente de su oreja. Sin embargo, nadie sabe con exactitud por qué Van Gogh tomó la decisión de cortarse la oreja, y mucho menos por qué decidió llevarla a un burdel.
Si bien el episodio no terminó instantáneamente con la carrera artística de Van Gogh, sí marcó el fin de su vida como adulto autosuficiente y moderadamente funcional. Poco tiempo después de salir del hospital, ingresó en un manicomio para recibir tratamiento por varias afecciones médicas no diagnosticadas, muchas de las cuales, se cree, se manifestaron como voces en su mente.
Los estudios académicos del trabajo de Van Gogh a menudo se complementan con investigaciones sobre su psicología. En un artículo publicado en 1981 , WM Runyan, psicólogo investigador de la Universidad de California-Berkeley, enumeró 13 teorías predominantes sobre el incidente. ¿Cuáles son ciertas y cuáles no? ¿Existe una única explicación o las acciones del pintor fueron el resultado de una combinación de factores?
13 teorías
Cerca de la mitad de las teorías presentadas por Runyan sugieren que Van Gogh se amputó la oreja como una reacción poco saludable a sus conflictos personales. Una posibilidad es que la automutilación fue el resultado de su incapacidad para manejar la frustración por el compromiso de su hermano Theo, de quien dependía, y por no poder mantener una relación laboral con Gauguin, a quien admiraba.
El atribulado Van Gogh dependía de Theo tanto emocional como económicamente. El pintor solía pasar la Navidad con su hermano, y al enterarse de que Theo pasaría las vacaciones con su prometida y su familia, es posible que se haya herido en un intento de captar la atención de Theo, hacer que se sintiera culpable y obligarlo a ir a Arles.
Otra teoría propone que Van Gogh intentaba llamar la atención de una familia local, los Roulin. Anteriormente, había utilizado a la matriarca de la familia como modelo para una pintura de una mujer meciendo una cuna y, según Runyan, “podría haber envidiado el amor y el cuidado que recibían [sus] hijos”. Es crucial señalar que, según se comenta, el esposo de la señora Roulin ayudó a cuidar al pintor la noche del incidente.
Una hipótesis de corte más psicoanalítico sostiene que la automutilación de Van Gogh fue el clímax de su intento de reprimir la atracción física que sentía hacia Gauguin, siendo su oreja cortada un símbolo fálico de autocastración. Esta idea es posible, dado que la palabra neerlandesa para oreja es similar a un término coloquial para pene; sin embargo, también es poco probable, ya que Van Gogh visitaba prostitutas y no dejó ninguna referencia escrita sobre la homosexualidad.
Entre toros y burdeles
La otra mitad de las teorías de Runyan aborda la automutilación de Van Gogh como una suerte de declaración artística, una obra retorcida que, en esencia, es tan significativa como sus pinturas más destacadas. Por ejemplo, en un momento de éxtasis, el pintor, fervientemente religioso, pudo haber intentado representar una escena que había tratado de plasmar recientemente: Simón Pedro cortando la oreja del siervo del sumo sacerdote judío, quien había venido a arrestar a Jesucristo.
Como alternativa, Van Gogh pudo haber querido recrear una corrida de toros. Había presenciado una en Arles anteriormente y se sintió profundamente conmovido por ellas. Al final de cada corrida, los toreros recibían como premio la oreja del toro, la cual debían mostrar a la multitud antes de entregársela a la dama de su elección. Quizás Van Gogh, como sugiere un investigador citado por Runyan, se veía a sí mismo como “el toro derrotado y el triunfador”.
O, en vez de un toro, pudo haber buscado identificarse con la mujer a la que entregó la oreja. Van Gogh simpatizaba con las prostitutas, en parte porque eran marginadas sociales al igual que él. “La prostituta es como la carne en una carnicería”, había escrito meses antes del incidente, posiblemente anticipándolo. Sin embargo, considerando que la mujer a la que le entregó la oreja era una empleada doméstica y no una prostituta, esta teoría parece menos probable.
Una última posibilidad es que la automutilación de Van Gogh tuviera una naturaleza edípica. Ese mismo día, señala Runyan, había amenazado a Gauguin con una navaja, pero “bajo la intensa mirada de Gauguin”, desistió. Más tarde, podría haber “desahogado su extraordinario resentimiento y odio hacia su padre [proyectado en Gauguin] desviando el odio hacia sí mismo”.
El mito del artista torturado
Dado que “sería sorprendente encontrar una única explicación para cualquier acción humana”, Runyan sostiene que varias teorías podrían haber influido en la decisión de Van Gogh de usar la navaja. Por ejemplo, su elección de cortarse la oreja podría haberse inspirado en las corridas de toros, mientras que la decisión de hacerlo en Navidad podría estar relacionada con el compromiso de su hermano.
Independientemente de la motivación de Van Gogh, la historia de su automutilación ha consolidado su legado como el arquetipo del artista torturado, una etiqueta que también se aplica a artistas como Kurt Cobain y David Foster Wallace. Debido a su legado, su automutilación se describe a menudo en la cultura popular como un acto creativo en lugar de un producto de una enfermedad mental, aunque esta interpretación está desfasada.
En realidad, la locura de Van Gogh obstaculizó más que impulsó su creatividad. “El trabajo me distrae infinitamente mejor que cualquier otra cosa”, afirmó sobre las pinturas que realizó mientras estaba en el sanatorio, “y si alguna vez pudiera dedicarme a ello con todas mis fuerzas, ese podría ser el mejor remedio”. “¡Oh!”, dice una de sus últimas cartas, “si hubiera podido trabajar sin esta maldita enfermedad, qué cosas habría logrado”.
Aunque resulta difícil evaluar a un paciente ya fallecido, la literatura psiquiátrica sobre Van Gogh sugiere que el pintor padeció probablemente de una variedad de trastornos, incluido el trastorno límite de la personalidad , cuyos síntomas se agravaron por el abuso de alcohol, la desnutrición y, posiblemente, el envenenamiento por plomo debido a la ingesta de pequeñas cantidades de sus pinturas, aunque este último punto es discutido.
A la luz de estos diagnósticos, la explicación más persuasiva es que la automutilación de Van Gogh fue causada, según supone Runyan, por “la pérdida percibida del cuidado de su hermano”. Y como era masoquista (en una ocasión, le pidió a una mujer que lo acompañara mientras mantenía su mano sobre la llama de una vela), Van Gogh habría dirigido la ira de su hermano hacia sí mismo, iniciando un camino que lo llevaría a su suicidio en 1890.
