La historia de la esvástica del bosque, el misterioso símbolo del nazismo que duró oculto por más de 50 años

Ökoland Dederow, que trabajaba como becario, examinaba fotos aéreas del norte del estado de Brandemburgo (Alemania) en el año 1992 porque intentaba localizar líneas de riego, pero lo que encontró fue una esvástica en el medio de un frondoso pinar. Muy sorprendido, enseñó a su jefe la fotografía para asegurarse de que también podía ver el símbolo nazi, que medía nada menos que 60 metros de ancho por 60 de largo.





Günter Reschke, el jefe, decidió alquilar una avioneta con el fin de sobrevolar aquella zona y ver la esvástica in situ. La esvástica del bosque estaba formada por 100 alerces amarillos que destacaban entre los pinos verdes. Los alerces tienen la peculiaridad de cambiar de color cuando llega el otoño y en invierno pierden las agujas. Estaba claro que alguien plantó aquellos árboles deliberadamente para que dibujaran esa figura determinada, pero ¿quién lo haría y por qué?

Avisaron del descubrimiento a Klaus Göricke, el guardabosques de Zernikow, y este comprobó que aquellos árboles estaban en esa disposición desde hacía más de 50 años. Se plantaron en 1938 y, al parecer, nadie había reparado en ellos después de que cayera el III Reich. No es extraño, pues el símbolo nazi solo se podía distinguir desde una vista aérea y durante el otoño.

Además, los aviones que solían sobrevolar la zona en dirección a Berlín lo hacían a demasiada altura para que los viajeros lograran contemplar la esvástica en el bosque. Por otra parte, en Alemania del Este estaban prohibidos los aviones privados. Debido a todas estas circunstancias, el gobierno no conocía su existencia y la esvástica seguía siendo visible cada otoño.

Esvástica en campos alemanes
Todavía se desconoce quién pisoteó esta esvástica en un campo de maíz bávaro en agosto de 2010.

Rumores sobre el origen de la esvástica

Sin embargo, tras la reunificación de Alemania, el gobierno ordenó que se examinaran todos los territorios que pertenecían al Estado, y fue entonces cuando Dederow y Reschke descubrieron el secreto. Al cabo de poco tiempo surgieron rumores en la localidad sobre el origen de la peculiar esvástica.

Un granjero aseguró que él mismo había plantado los alerces siendo niño, y que lo hizo porque el guardabosques le pagó unas monedas por cada árbol. Otros comentaron que se hizo como un símbolo de patriotismo después de que un hombre de un pueblo de los alrededores fuera detenido por los nazis y llevado al campo de concentración en Sachsenhausen por haber escuchado la BBC.

En otras versiones se decía que un nazi de la localidad había ordenado plantar los alerces para celebrar el aniversario de Hitler, o que se plantaron como una muestra de agradecimiento porque el Servicio Laboral del Reich construyó una nueva calle en Zernikow.

Unos años después, en 1995, se hablaba de la esvástica del bosque en toda la prensa internacional. Roman Herzog, el presidente en aquel entonces, estaba molesto por la situación y ordenó a la oficina forestal que destruyeran el símbolo. Algunos empleados cortaron 43 alerces utilizando motosierras.

Después de esto, la prensa se apaciguó durante unos cinco años, pero en el año 2000 resurgió el tema: la agencia de noticias Reuters hizo públicas algunas fotografías nuevas en las que aún era visible la esvástica del bosque, ya que todavía quedaban 57 alerces que dibujaban el símbolo a unos 100 kilómetros de Berlín.

El final de la esvástica del bosque

El 4 de diciembre del año 2000, algunos guardabosques se encargaron de desfigurar para siempre la esvástica del bosque, cortando los troncos a escasos centímetros del suelo con el fin de que no se vieran desde el aire. Finalmente, aquel símbolo nazi que pasó desapercibido durante más de medio siglo se convirtió en parte de la historia de la región conocida como “Toscana del norte” por sus suaves colinas, bosques y pintorescos lagos.

Aunque en esa época ya se había vendido a algunos propietarios privados la mitad de la zona donde se encontraban los controvertidos alerces, las autoridades temían que el lugar se convirtiera en motivo de peregrinación para los nazis fanáticos y consiguieron el permiso para talar 25 alerces más.

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