¿Estás protegiendo a tu mascota contra los parásitos?

El cambio climático, las constantes variaciones de temperaturas y la mayor resistencia de los microorganismos a los tratamientos han propiciado que los parásitos de perros y gatos sean cada vez más comunes. Aunque la mayoría de los dueños revisan el pelaje de sus mascotas en busca de parásitos externos, el control de los denominados parásitos internos es igual de importante para evitar daños mayores en los animales.





Los parásitos internos precisan de un examen más exhaustivo y una desparasitación constante. Además de poder ocasionar la muerte a nuestras mascotas, muchos de estos microorganismos son peligrosos para el ser humano, por lo que debemos controlar con especial ahínco su aparición.

Parásitos externos

Cuando hablamos de parásitos externos nos referimos a aquellos que se instalan en el pelaje o capa superficial de los animales. Los parásitos externos más conocidos son las pulgas o las garrapatas, aunque no son los únicos.

  • Las garrapatas son los parásitos más beneficiados con el cambio climático. Aunque usualmente proliferan durante la primavera o el otoño, las altas temperaturas han propiciado que cada vez sean más comunes en verano o en invierno. Pese a su normalización en la sociedad, su control es fundamental, ya que pueden transmitir enfermedades a los seres humanos.
  • Las pulgas son el parásito más numeroso entre gatos y perros. Su principal inconveniente es su rápida reproducción, pues una pulga puede dar lugar a 1.000 crías en solo 21 días. No tratar las pulgas adecuadamente puede ocasionar una plaga en el hogar, que deberá ser desinfectada por especialistas.
  • La sarna (demodécica o sarcótica) es menos usual, aunque igual de peligrosa y molesta. Estos microorganismos afectan a la parte cutánea del animal, provocando lesiones que pueden ser graves. Además, los ácaros que producen la sarna sarcótica pueden excavar túneles y poner huevos en el interior de nuestra mascota.

Parásitos internos

Los parásitos en perros y gatos también pueden instalarse y reproducirse en el organismo del animal. En este caso, la infección es más grave, pues suelen detectarse cuando el animal está totalmente infestado. Además, los parásitos internos son muy peligrosos para los seres humanos, especialmente para niños.

  • Los gusanos pulmonares son parásitos que se asientan en los pulmones o en las inmediaciones, como los vasos sanguíneos, donde se reproducen. Son especialmente perjudiciales para los cachorros.
  • Los gusanos del corazón se transmiten por la picadura de los mosquitos. Una vez que el insecto pica al animal, las larvas crecerán en las inmediaciones del corazón y afectarán a pulmones y vasos sanguíneos. Los gusanos del corazón son letales si no se tratan a tiempo.
  • Los gusanos redondos son microorganismos intestinales que se contraen en cualquier espacio al aire libre (parques, campo, etc.) y afectan a aparato digestivo.
  • Los gusanos ganchudos, al igual que los redondos, se instalan en los intestinos del animal y son expulsados mediante las heces. Pueden transmitirse a seres humanos, especialmente a los niños.
  • Los gusanos látigo se asientan en la zona del intestino grueso, donde se reproducen y se alimentan de la sangre del perro o el gato. Estos gusanos pueden sobrevivir durante años en el organismo de la mascota.

Para evitar los daños que provocan los parásitos externos e internos, los veterinarios recomiendan llevar a cabo una doble desparasitación controlada por un profesional. De ese modo, protegeremos a nuestras mascotas y evitaremos daños mayores.

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